Cantan los viejos romances los orígenes legendarios del monasterio de “San Pedro de Arlanza”: En lo alto del espigón rocoso, al otro lado del río, se encuentra la ermita de San Pelayo, sobre la cueva en la que, andando el joven Fernán González de caza tras un jabalí, se encontró con el santo monje que le profetiza su victoria sobre los sarracenos.
Cumplida la profecía, el Conde fundará, en agradecimiento, estos piadosos lugares.
Menos poética, la historia consigna que el monasterio benedictino fue fundado en el año 912 por Gonzalo Fernández, padre de Fernán González, quien, al elegirle como lugar de su enterramiento, le concederá abundantes exenciones y privilegios.
La primitiva construcción románica fue comenzada en el año 1080 y casi quinientos años más tarde, Simón de Colonia la revistió con galas del gótico. Hoy todo es ruina y abandono. Solo la torre vigía, impenitente de siglos, otea la esperanza.
Te recomiendo una parada en este monasterio porque se respira tranquilidad. Entre esas preciosas ruinas, cierras los ojos y puedes ver a los monjes meditando mientras pasean por el claustro adornado con flores y de fondo se escucha el sonido de la fuente que hay en el centro. Por desgracia, la fuente como tantas otras obras de arte ya no estan allí.
Actualmente se esta restaurando en parte y habilitando dependencias con intención de aprovecharlo culturalmente