Arévalo se encuentra en una encrucijada de caminos y una ubicación geográfica privilegiada que lo sitúa muy cerca de Madrid, Ávila, Segovia, Valladolid, Salamanca o Zamora.
Domina el norte provincial rodeada por campiña y pinar, salpicado de pequeños pueblos que rompen la planicie, ofreciendo paisajes que se tiñen de colores según la época del año.
Una de las cartas de presentación de Arévalo es su casco histórico, declarado CONJUNTO HISTÓRICO¸ con el mudéjar como estilo característico. Perderse en él es descubrir rincones de gran belleza como sus plazas, especialmente la medieval de la Villa.
El castillo evoca ecos de tiempos pretéritos, de personajes de dimensión universal como Isabel la Católica y San Ignacio de Loyola, íntimamente ligados a la entonces villa.
Seis son las iglesias de las 11 parroquias con las que contaba Arévalo en 1250 y de las que podemos disfrutar en la actualidad; cada una de ellas única y singular.
Sus torres junto con el castillo perfilan la tan característica silueta de la localidad vista desde la carretera. La iglesia de San Martín acoge exposiciones de arte contemporáneo, en paralelo al proyecto de museo de arte contemporáneo Collegium, en el cercano colegio jesuita. Edificios que vuelven a recobrar vida con usos culturales y de ocio que amplían la oferta turística de Arévalo.
Así ocurre con los museos municipales, que aprovechan edificios históricos restaurados para dar a conocer las señas de identidad de Arévalo: la historia local y la de los personajes
y las culturas que la habitaron en la antigua Casa de los Sexmos, el Mudéjar en la casa del escritor Nicasio Hernández Luquero y la Agricultura y el entorno natural en la antigua cárcel, de la que se conservan restos.
El Paseo Fluvial es una excelente opción para conocer y disfrutar de la naturaleza en un recorrido junto al casco urbano. Una rica diversidad de flora y fauna se combinan a la perfección con puentes medievales, vistas del castillo, restos de muralla y las originales esculturas de Juan Jesús Villaverde.
La gastronomía es uno de los grandes atractivos arevalenses, con el Tostón de Arévalo como protagonista de las mesas de los restaurantes. En marzo se celebran las jornadas anuales de este afamado plato. Las legumbres y los embutidos son de una gran calidad por el terreno y las condiciones climatológicas, que también permiten salidas al campo en época de setas. Los jesuitas son los dulces típicos.
Las fiestas patronales atraen numerosas personas por los distintos eventos que se celebran durante las mismas: conciertos, eventos deportivos, taurinos, actividades infantiles o teatro. La Virgen de las Angustias, se festeja el 9 de febrero y San Victorino el 7 de julio, previo a la festividad de S. Pedro, con romería.
La agenda cultural tiene un nutrido número de actividades a lo largo del calendario: conferencias, visitas guiadas teatralizadas y nocturnas, exposiciones, artes escénicas en la calle y en el Teatro Castilla, feria del libro, cine de verano, conciertos de campanas, certamen de teatro y conciertos y espectáculos para todos los públicos.
Bodega histórica situada en las inmediaciones del castillo. Actualmente es de titularidad municipal tras la cesión de la familia Perotas. Se conservan dos pintorescas salas, la de Arevalenses Notables y El Libatorio como muestra, no sólo de lo que fuera bodega, sino como lugar de tertulias y reuniones de gentes unidas por el amor a la cultura y las artes.
Lo primero que has de saber es que se puede llegar hasta él en moto.
Emplazado en el norte de Arévalo, en la confluencia de los ríos Adaja y Arevalillo se levanta esta fortaleza del S. XV. Su adaptación a fortaleza artillera hizo que el ladrillo y piedra convivan en sus muros.
Sirvió como prisión y tras años de abandono como cementerio municipal. Pertenece actualmente al Ministerio de Agricultura, que lo restauró y utilizó como silo hasta los años 70.
Actualmente es visitable bajo el lema: Castillo y silo. Un lugar único en el mundo.
La ermita de la Lugareja o iglesia de Santa María de Gómez Román es una ermita que se encuentra a 1.5 km al sur de la localidad abulense de Arévalo y considerada uno de los más destacados monumentos del mudéjar. Construida en el siglo XII, el edificio que se conserva fue la cabecera de la iglesia del convento cisterciense de Santa María de Gómez Román. Este fue mencionado por primera vez en abril de 1179 y abandonado hacia 1240 por sus ocupantes canónigos, momento en el que fue entregado a monjas de la orden del Císter.
Este edificio está adscrito al arte mudéjar por estar construido en ladrillo y con rafas de tapial de sillarejo tomado con mortero de cal, aunque más propiamente es románico por carecer de toda clase de formas musulmanas, al igual que la totalidad de la arquitectura coetánea de La Moraña, incluyendo elementos totalmente desconocidos por aquellas, como las pechinas.
Se trata de la cabecera de la iglesia del antiguo monasterio de Santa María de la Lugareja, de monjas cistercienses que fuera fundado antes de 1178. Constituye la obra más importante del románico de ladrillo del foco artístico de Arévalo, de muy finales del XII, ya de comienzos del XIII. Fue consolidada y restaurada con prudencia por el arquitecto Luis Cervera Vera.
Consta de tres ábsides con tres presbiterios rectos anteriores, más ancho y más alto el central; se cubren los laterales en los dos tramos uno cuadrado con bóveda de arista, el otro rectangular con bóveda de cañón apuntado y el ábside con bóveda de horno. Por el contrario en el central su tramo recto y cuadrado se cierra con sorprendente cúpula, pues se eleva sobre pechinas y un tambor con arquería doblada y ciega de arcos redondos, conjunto que al exterior se expresa oculto por un cimborrio prismático que decora sus cuatro frentes con arcos doblados y ciegos de medio punto y se remata con frisos de esquinillas o facetas y con cornisa poco saliente para cubrirse a cuatro aguas. Su ábside se voltea, a su vez, con bóveda de horno, como los colaterales. Se ha relacionado con la cúpula de la Catedral Vieja de Salamanca.
En el interior destacan las formas latericias de los elementos ornamentales de los arcos, aquí apuntados y peraltados los formeros y redondos los de ventanas y arquerías, contra el enfoscado blanco de los muros. Al exterior los ábsides se decoran de forma similar; sobre basamento liso arrancan esbeltas arquerías de medio punto, dobladas y ciegas, que llegan hasta la cornisa. Esta se ornamenta con friso de esquinillas y listeles baquetonados salientes y, probablemente, con nuevo friso de facetas, pues el ábside mayor lo conserva, aunque los menores lo perdieron. La pared del presbiterio sur muestra idéntica decoración, mientras que la del opuesto presenta el arranque de una dependencia adosada y realizada con tapial de sillarejo que contiene una escalera de ida y vuelta con cañones en sus tramos que conducen a la cúpula.
En la capilla mayor se custodian restos ensamblados de un retablo barroco, del siglo XVII, con iconografía relacionada con la orden del monasterio. Son dos relieves con las representaciones de San Benito y la Aparición de la Virgen a San Bernardo.
El perfil de sus torres gemelas, mudéjares, es uno de los más característicos de Arévalo.
Esta iglesia románica, sin culto desde 1911, es actualmente un espacio cultural que actualmente es utilizado para dos exposiciones anuales del proyecto COLLEGIUM de museo de arte contemporáneo en paralelo a la construcción del mismo. Las obras expuestas son de artistas y museos de primer nivel internacional.
Situada en la Plaza del Arrabal, es obra de Carmelo San Segundo, de 2001. El Tostón de Arévalo es conocido a nivel nacional como plato de referencia de la ciudad y por eso su reconocimiento con esta escultura que lo representa con su característica posición y en la tradicional asadera de barro.
Sendero que ciñe el casco urbano de Arévalo. Los ríos Adaja y Arevalillo proporcionan un ecosistema de ribera rico en especies animales y vegetales, que ofrece un espacio lúdico y de esparcimiento. Además de naturaleza, tiene otros atractivos como las esculturas de Juan J. Villaverde, puentes medievales y vistas a otros recursos patrimoniales.
Esta plaza aparece en los listados de las plazas más bonitas de España y no es
para menos. Sus casas y soportales, la fuente de los cuatro caños y las iglesias
de San Martín y la de Santa María forman un conjunto de gran belleza. El Museo
de Historia de Arévalo y el Centro de Actividades del Mudéjar se encuentran
también en ella, en sendos edificios históricos restaurados.