Este pueblo, que tiene el nombre más corto de toda la geografía provincial, atribuye el origen de su denominación a un poblador medieval, y que se llamó en su origen Fannius, que derivó en Fañe.
Aunque perteneció administrativamente a la localidad de Armuña varios años desde su incorporación en 1972, se segregó de ella en 1981. Su centenar de habitantes continúan viviendo de la agricultura fundamentalmente.
El pueblo ha dependido también durante mucho tiempo del río Moros, que baña el término antes de desembocar en el río Eresma. En la zona hay álamos negros, chopos y algunos pinares gracias a los cuales la actividad maderera resulta muy importante. Esta aportación de madera, junto con el ganado de pasto, conjuntamente con cultivos de cereal y viñedo. Los sauces y los fresnos dan lugar a un rico soto muy valorado y que estuvo a punto de ser anegado por el embalse de Bernardos, proyectado en varias ocasiones a lo largo del siglo XX.
Construida en el siglo XVIII o XIX, se trata de un edificio de planta rectangular, rematada por una cubierta de madera y tejado a cuatro aguas. Sus muros están enfoscados. La puerta de acceso está orientada hacia poniente. En el interior se encuentra un pequeño púlpito a la derecha de la cabecera y un retablo barroco con un Cristo en su centro. En el exterior se encuentra el camposanto del pueblo.
Se localiza en una de las entradas del pueblo, y está dedicada a San Juan Bautista. Es un sencillo y a la vez digno edificio cuya más antigua fábrica de ladrillo fue construida en época gótico mudéjar, de cuyo tiempo conserva un buen arco hornacina apuntado, sobre el que se instala el campanario y la espadaña, también de ladrillo. Ya en tiempos barrocos el templo fue muy reformado, correspondiendo a este estilo artístico como puede contemplarse en su interior. El suelo es de madera y hay una lápida de granito frente al altar de un sacerdote del s.XVIII.