Otero de Herreros está junto a la AP-61 teniendo a Valdeprados al oeste a 6,7 km. Al noreste está Ortigosa del Monte a 6,6 km. Los Ángeles de San Rafael (pertenece a El Espinar) al sur a 5,5 km De Segovia capital, al norte, está a 22 km
El nombre original de Otero de Herreros fue Ferreros (hierro en latín), el antiguo pueblo cuyas ruinas aún se alzan en una desviación del camino a Valdeprados y que fue abandonado hacia finales del siglo XV (1460-1480), ubicándose el nuevo pueblo en un alto u otero.
El nuevo pueblo fue localizado en un alto u “Otero” y hace referencia a las personas que trabajan el metal “herreros”. Se cree que ya en la época de los romanos se extraían y fundían metales en la comarca, hecho del que quedan aún rastros: emplazamientos de hornos de fundición, pozos, zanja principal, galería de desagüe y un gran escorial.
Los orígenes de la metalurgia se pierden en la noche de los tiempos y en la Edad del Hierro, ya la practicaban los pueblos celtas de la Península, cuya perfección era conocida por los romanos.
Se pueden ver el paredón carcomido y destrozado de lo que fue en su día la iglesia románica de San Pedro, marcándose en sus alrededores los restos de casas y cimientos que fueron visitadas y sirvieron de posada al Arcipreste de Hita, como reza el Libro del Buen Amor.
El pueblo encierra las huellas diseminadas de la memoria, de la Historia. Cabe destacar, las minas que fueron explotadas por la Roma de Augusto, en lo que se conoce como el “Cerro de los Almadenes” término árabe que significa “Colina de las Minas”. El Cerro de los Almadenes es un yacimiento minero/metalúrgico, en el pie de monte de la Sierra del Quintanar, muy próximo al Parque Nacional de la Sierra del Guadarrama en el que se han hecho importantes descubrimientos, desde el año 2009 por parte de un equipo de investigadores de la SEHA (Sociedad Española de Historia de la Arqueología). Ya a principios de los 70, se hizo un estudio sobre el Cerro de los Almadenes y se llegó a la conclusión de que los numerosos fragmentos de ladrillo escorificado que se encontró, provenían del revestimiento interior de los hornos. También se encontró una mesa de molienda, en la que previamente se preparaba el mineral, aplastándolo, antes de su fusión en los hornos. Este sistema de trituración se remonta a la Edad del Bronce, y en la época romana se emplea, sobre todo, para moler el mineral aurífero. Es de destacar la cerámica aretina, que fue encontrada mientras se realizaban estos trabajos que hacía pared de mina, correspondiente a la época imperial.
Las cruces atravesando el pueblo y terminan sobre un montículo con tres cruces juntas, que coronan el Santuario, en un paralelismo de la Crucifixión, denominado “El Calvario de la Virgen”. Su planta de cruz latina extiende sus brazos sobre una pradera de fuentes subterráneas. El interior es de una sola nave, cuyas paredes se articulan con arquerías, destacando sus peculiares adornos geométricos en su intradós de bellísima factura, así como la cabecera de muy buen acabado en bóveda ojival.
Está situada en una colina que mira a la carretera. Es un templo de pequeñas dimensiones también conocido como el Humilladero y la Vera Cruz, cuyas obras fueron dirigidas por el cantero Juan de Gogorza, en 1583, bajo la advocación del santo protector de pobres y enfermos. Está realizada en mampostería, con sillares de granito en las esquinas, destacando la fachada, también labrada en sillería, con sus dos arcos de medio punto que constituyen la entrada al recinto. Una vez dentro del mismo las pinturas cubren por completo sus muros, salvo la parte del altar. En el lateral izquierdo se van narrando las distintas escenas de la Pasión de Cristo.
De estilo renacentista, por la pureza en el trazado de sus líneas data de finales del siglo XVI. En ella trabajaron muchos y buenos canteros relacionados con la catedral de Segovia, con bóveda de crucería y planta de cruz latina, destaca el magnífico retablo del siglo XVII que preside el altar mayor así como sus hermosas imágenes, siendo también importantes otros retablos laterales, con tallas policromadas, sus cruces procesionales, así como su imponente órgano. Es de gran belleza la portada plateresca con escalinata de granito, así como una bóveda situada bajo la tribuna o coro. No es extraño que la torre sirviera para vigilar al enemigo en contiendas pasadas dada su altura y las vistas que proporciona de toda la comarca.